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Impartimos talleres-conferencias sobre temáticas actuales y de gran importancia en la educación de los hijos y en las relaciones paterno-filiales.
Están dirigidos a todos los padres con inquietudes acerca de la educación que ofrecen a sus hijos y el tipo de vínculo que establecen con ellos.
Poner unos límites claros, justos y consistentes a tu hijo, es una de las mejores formas de cuidarlo y de tener su respeto. No sólo le enseñarán las líneas rojas que no se pueden traspasar, sino que también le transmitirán el mensaje de que sus padres se ocupan de él porque les importa y le quieren.
El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres o cuidadores y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. El tipo de apego que se genera en los primeros años de vida será decisivo para el resto de relaciones que se tengan a lo largo de toda la vida.
Cuatro son los principales estilos parentales y de ellos depende el tipo de vinculación que se establecerá con los hijos y muchos de los rasgos de personalidad que éstos irán desarrollando.
Los niños de hoy en día, nacidos en la generación de las nuevas tecnologías, tienen un discurso comunicativo horizontal, de vía múltiple, activo e inmediato. ¿Cómo hacer que la comunicación fluya entre ellos y sus padres, pertenecientes a la generación del “baby boom”, a la X, a la Y… y cuyo discurso es de tipo informativo, vertical y de una sola vía?
Existen padres que tienen dependencia emocional respecto de sus hijos y proyectan en ellos tanto sus miedos como sus sueños… olvidándose de que sus hijos tienen derecho a elegir su propio destino y que es injusto hacerles cargar con una mochila que no es la suya.
El amor debe ser bien administrado, de lo contrario puede convertirse, como todas las cosas que se dan en exceso, en perjudicial. La crianza de los hijos es más compleja ahora, que las familias son pequeñas y el niño se siente en el centro del universo. ¿Cuáles son los efectos a largo plazo de amar demasiado? Control excesivo, permisividad, dificultades en el proceso de soltar a los hijos…
La responsabilidad es la capacidad de asumir las consecuencias de las acciones y decisiones buscando el bien propio junto al de los demás.
Los niños deben aprender a aceptar las consecuencias de lo que hacen, piensan o deciden. Nadie nace responsable. La responsabilidad se va adquiriendo por imitación del adulto y por la aprobación social, que le sirve de refuerzo.
La etapa de la pubertad trae consigo una serie de cambios a nivel biológico y psicológico que no hemos de obviar. Es el momento en que buscan más autonomía, se rebelan sistemáticamente contra las normas, están buscando su propia identidad, y son más inestables emocionalmente. Aunque los padres representan esa autoridad contra la que se rebelan, también encarnan la seguridad y las referencias que ellos necesitan y que les harán sentirse queridos a la larga, aunque en su momento de adolescencia no sean capaces de apreciarlo.
El conflicto surge en cuanto los intereses de padres e hijos no coinciden, lo cual sucede varias veces cada día. No hemos de enfocarlo como algo negativo, ya que el conflicto, bien afrontado, es fuente de crecimiento personal. Una gestión positiva de los conflictos en el entorno familiar sienta las bases de la seguridad en etapas posteriores de su desarrollo, ya que se produce el aprendizaje de la responsabilidad y autonomía.