Por fin sé lo que es la FELICIDAD, así que ya sé cuándo soy realmente feliz y cuándo sólo me lo estoy intentando creer. Se lo debo a Edward Diener, psicólogo y profesor en la Universidad de Utah, reconocido por sus investigaciones y publicaciones sobre la FELICIDAD.
Lo primero fue entender que la FELICIDAD es un “bienestar subjetivo”, es decir, que no depende tanto de las circunstancias que rodean al individuo, como de cómo éste las percibe e interpreta, y esto es una gran noticia, ya que nos libera de la búsqueda obsesiva por lograr esas circunstancias “aparentemente” idílicas que envidiamos en otras personas.
Este “bienestar subjetivo” tiene dos componentes, uno afectivo y otro cognitivo, y a su vez, el componente afectivo tiene dos dimensiones: frecuencia e intensidad. Es de estas dos, sin ningún género de dudas, la primera, la “frecuencia”, la más relevante en la experiencia de bienestar. Dicho de otro modo, la felicidad no viene tanto por experimentar emociones muy intensas, sino por vivir emociones positivas muy a menudo, aunque sean de intensidad baja o moderada. No se trata de buscar lo sublime en los diferentes ámbitos de nuestra vida, lo perfecto, lo ideal, lo mejor… sino de intentar proporcionarnos emociones positivas moderadas la mayor parte de nuestro día. Y eso bien depende de nosotros, de saber qué es lo que nos gusta y dárnoslo, de buscarnos un espacio para nuestros hobbies, de no aplazar el vernos con gente que nos aporta por estar siempre ocupados, de no estar de mal humor por tonterías…
Pero no desdeñemos las emociones negativas en su totalidad, ni las demonicemos o neguemos. A parte de ser inevitables y parte consustancial al ser humano, algunas son también útiles y necesarias, como la emoción de tristeza tras una pérdida, o la de ira tras una injusticia… Simplemente hagamos por establecer una buena ratio en nuestro día a día, de manera que por cada emoción negativa que inevitablemente tengamos que experimentar, haya un mínimo de otras 5 positivas que me ayuden a no perder mi bienestar conquistado.
Porque… no se olviden, “ser feliz” es casi siempre una opción.
Bibliografía:
Diener, E., & Chan, M. Y. (2011). Happy people live longer: Subjective well‐being contributes to health and longevity. Applied Psychology: Health and Well‐Being, 3(1), 1-43
Sanjuán, P. y Rueda, B. (2014). Promoción y Prevención de la Salud desde la Psicología. Madrid: Síntesis
Todo muy cierto, pero nunca me había parado a pensarlo…